Claro esta que
nuestros cerebros son unas esponjas que absorben todo lo que ven, escuchan, sienten,
tocan y huelen. Y entre más joven es la esponja más conocimiento esta puede
absorber. Estudios realizados sobre el comportamiento del consumidor revelan
que casi todos, si no es que la mayoría de nuestros gustos, preferencia, e intereses por alguna marca determinada o
producto se encuentran grabados indeleblemente antes de los cinco años.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSnrl6_nHAPJ9fZPVEJQFKbp_NSVoA6wHOzatrKegaaHd1iXH6tlEctwf0DB3O3Qu8cbX3OzudiHz5UeuKZouieDLt1Ap18Z9dRT0es4X0VxNaUEgBV6xUZ6YPH8rH9p151TyEAAKnMPM/s200/martin-lindstrom-300x180.jpg)
Martin Lindstrom, en su libro
“Brandwashed”, afirma: “en el instante en
que nacemos, ya podemos estar biológicamente programados para que nos gusten
los sonido y todo lo demás a lo que fuimos expuestos en el útero”. (Lindstrom,
15). Lindstrom, apoyado con investigaciones y una lista enorme que respaldan su
libro, expone que las personas adquieren la mayoría de sus hábitos
alimenticios, preferencias musicales, entre otras cosas cuando nos encontramos
en el vientre materno. De igual manera Juile Menella, psicóloga en el Centro
Monell en Filadelfia, afirma: “las madres les dan información a sus
descendientes a través de lo que consumen durante el embarazo y la lactancia”,
de forma indirecta nuestras madres nos están inculcando comer sano, según sus
gustos y percepciones de este habito.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYnGAONEATx5s1dxQNHfca93yjzXzNXNiko4B1Br8BWjEfE7XwLJbm5PIURc06RZQro8_oCX2aKU9FYU6O2DCZ4ZMJem0A_MQ57dl9fmicOWOLPJ6fgLAIZg1bhtftcXHjAwI1gCafufU/s200/14396128-mujer-embarazada-de-compras-en-el-supermercado.jpg)
En
un centro comercial en Asia, apoyándose de esas teorías, capto que gran parte
del embarazo estas mujeres están propensas a comprar ya que se encuentran en
una tapa de preparación para el nacimiento del nuevo miembro familiar. Así que
decidieron hacer un experimento en el cual se veían involucrados el poder inconsciente de los sonidos y el
olfato. En las áreas donde se encontraba la ropa la rociaron con talco para
bebes, en las áreas donde donde se encontraban los alimentos y bebidas le
colocaban un sutil olor a cereza y por ultimo pusieron de música de fondo
canciones que evocaran la infancia de estas mujeres para provocar que ellas
recordaran su infancia. Este experimento no tuvo solo un efecto positivo en
este nicho de mercado, mujeres embarazadas, si no que también obtuvieron un
efecto positivo en el cual madres de recién nacidos, en los cuales los infantes
tuvieron una sensación de relajación, con un efecto en donde un 60% de estas
mujeres afirman que jamás habían tenido una experiencia de compra igual. Los
que realizaron el experimento no han podido de cuantificar aun bien las cifras,
pero aseguran que han influido a nuevas generaciones de compradores que se
sentirán atraídos a dicho centro.
Por
todo lo anteriormente mencionado, no deberíamos de sorprendernos que los niños
pequeños para los mercadologos representen un mercado aproximado de 20 mil
millones de dólares y ocupen sus mejores trucos para lavarles el cerebro a
estos jóvenes consumidores.
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